viernes, 24 de julio de 2015

¿Cuánto tiempo me llevará bailar así?

Recuerdo cuando empecé a tomar clases de Danza Árabe. Ya en los 2 años anteriores había incursionado con más desfachatez que dominio en algunas cosillas que incluían esta danza, aunque no fue ninguna  monstruosidad de las que he visto (ay ay ay ay...) El asunto es que, cuando comencé, sólo contaba con mi intenso interés por la danza, mi habilidad natural para mover el cuerpo y mi determinación por aprender.  Entonces, cuando aprendí  a hacer, por ejemplo, los ochos con las caderas, yo sentía que mi mente “sabía cómo hacerlos”, pero que mi cuerpo no, y sentía que se esforzaba pero que le salían torpes, tiesos, disparejos y más bien cómicos. 

No obstante, debo agradecer nuevamente a mi profesora por enseñar como lo hace porque, a pesar de mi frustración por no dibujar con el cuerpo un ocho decente,  sí salí de la primera clase con la sensación de que podría lograrlo alguna vez,  con un poco de esfuerzo. 

Cuando conocí a otras alumnas de Liliana, que ya llevaban años con ella,  y las vi hacer ochos, camellos y demases, pensé con algo de angustia “¿Cuánto tiempo me llevará bailar así?” 

Bueno, resulta que, tal como reveló Albert Einstein, el tiempo es relativo. Nos puede tomar por 5, 2 o 17  años bailar “así”. Esto puede ser un golpe mortal para algunos, porque estamos hablando de años, no de meses o semanas. Y la urgencia por hacer cosas rápidamente para pasar a la siguiente es una enfermedad de la humanidad hoy en día. Pero también esto puede ser una promesa esperanzadora: es relativo, es decir, depende de nosotras que sean menos de 5 años y no 40. 
Vamos viendo.


Los movimientos
Lo primero que uno quiere hacer cuando toma clases de Danza Árabe es hacer un ocho suave, fluido, cadencioso, con espíritu. Y lo quiere hacer INMEDIATAMENTE ¿cierto? Pero nos olvidamos de lo primero: saber qué huesos  y músculos intervienen en el movimiento, cómo van los pies, cómo se debe tener la espalda, las rodillas; cómo respirar.  Pues bien, resulta que nuestro cuerpo está acostumbrado a ciertos movimientos, ciertos desplazamientos; nuestra espalda siempre la usamos mal (y por eso tenemos lumbago) etc. Y cuando empezamos a bailar Árabe, las caderas deben acostumbrarse a un movimiento nuevo, y esto vale para el resto de nuestro cuerpo. 

La fluidez, la gracia
Para unir un ocho con una contracción y luego un camello mientras caminamos, primero hay que saber cómo se hace cada uno de ellos por separado, lo que nos lleva al párrafo anterior, sobre los movimientos. O sea, la regla número 2 de la Danza Árabe es aprender la regla número 1


La postura
La mayoría de nosotras caminamos escondiendo el pecho, no sea que en la calle nos tilden de provocadoras por andar apuntando al público con ese par de armas. Cuando no andamos con miedo andamos con vergüenza porque el busto lo tenemos muy chico, o muy grande, o muy arriba  muy abajo, etc.   Este temor o vergüenza nos lleva a poner los hombros hacia delante, lo que da como resultado final las siguientes  aberraciones:
- Los hombros se ven caídos y nos dan una apariencia de cansada derrota 
- El pecho cae, cae, cae  y queda a alturas penosas de mencionar
- La espalda se encorva
- El abdomen  sobresale y  se ve más  grande de lo que es

Para colmo, echamos la cola hacia atrás, pensando que esto nos ayudará a contrarrestar el desastre que tenemos  adelante. Si a eso agregamos que llevamos la cabeza hacia abajo porque andamos pensando en las cosas que no hemos hecho, que nos falta por hacer o que hicimos mal,  completamos una imagen tan triste de nosotras, que es para llorar a gritos.

¿Para qué tanta negatividad? Para informar que si queremos tener buena postura, hay que, primero, volver a la regla Nº 1. Enseguida, hay que pensar que sacarse la vergüenza o el miedo de encima toma su tiempo (OTRA VEZ EL MALDITO TIEMPO) y que, cuanto más pronto ocurra, no lograremos la maravilla; pero avanzaremos bastante, y esto ya es suficiente para empezar, porque, si ya no tenemos vergüenza ni miedo de mostrarnos por el frente, pasa esto: 

- Instintivamente llevamos los hombros descansando atrás, y no colgando adelante
- El pecho se ubica en su cuadrante correspondiente: en la parte superior del tórax (no en la inferior...)
- La espalda recupera su curvatura normal y nos alivia lumbagos y otros males
- El abdomen queda dentro y ¡oh! parece milagro, pero es sólo que se guarda en su cavidad natural y ahí se queda.

La actitud
Cuando nos dejamos de complejos y caminamos con los hombros y la columna como debe ser, ocurre que otros lo ven, y como esa postura es la postura de quien se siente bien consigo mismo, que tiene fuerza y alegría y optimismo, los demás piensan que uno se ve estupendamente bien y que ellos también quisieran ser así. Nosotros nos damos cuenta de eso y sonreímos por dentro al saber que lo que nos decían era cierto.  Y  cuando esto nos pasa, ya ese ocho tartamudo del principio nos sale más redondito y suave, y nos encanta vernos en el espejo.  Y salimos contentas y la gente  nos ve y nosotras nos damos cuenta y etc.  etc. etc. 

La maravilla
Para mí la maravilla en una bailarina es notar que ella disfruta cuando baila, que está bailando en realidad para sí misma, de alegría, de pasión, de melancolía; pero también baila para el público y que les habla, les cuenta, les sonríe, los invita a bailar con ella. 

Estoy segura de que Lucy o Dina, o Munique Neith (y dejo a muchas afuera, con perdón de esas muchas) hacen lo que dije en el párrafo anterior. Naturalmente ellas saben hacer un ocho, saben andar derechas por la vida y se saben y se sienten  hermosas la mayor parte del tiempo; pero  además, ellas bailan con pasión, gozando la música y dejando  aflorar sus sentimientos (sin histeria)  En realidad, estas bailarinas no están pensando “¡madre mía, qué bien hago los camellos!”. Lo que en verdad hacen ellas es sentir la fuerza de la pasión que viene de la música,  y por eso nosotros vemos que ellas bailan con tanta fuerza y bravura. Es lo que hacemos todos cuando expresamos emociones, si no somos autómatas: reflejar lo que sentimos y los demás notan cuándo estamos enojados o enamorados. 



Munique Neith en 2019
Ahhh... Cuánto tiempo me llevará bailar así... Y miren cómo recoge el velo...

lunes, 13 de julio de 2015

Bailar con los músculos

Mi profesora, que está en la cima (estrecha) de la pirámide de las mejores profesoras de Danza Oriental que hay por estos lados, ha estado enseñándonos a bailar utilizando los músculos de piernas, glúteos, estómago y diafragma, en vez de los huesos de caderas, rodillas y pelvis. Hay que ver la diferencia entre las dos cosas... es increíble lo mejor que se ve la danza (y el cuerpo) con este sistema.


Resulta que ahora, desde que empezamos, todo se baila así, y todo se ve mejor y se siente igual. ¿Cómo?

Empezamos parándonos frente al espejo (bueno, en diagonal o de lado, según lo requiera el paso) con todas estas cosas juntas:

1. Piernas semiflectadas
2. Músculos de muslos y glúteos contraídos
3. Pelvis encajada (o sea, algo así como con la cola apuntando al suelo)
4. Músculos del vientre contraídos hacia adentro y hacia abajo 
5. Músculos del diafragma contraídos, lo que hace al pecho elevarse y salir un poco hacia adelante
6. Hombros atrás y relajados (lleven las manos hacia atrás y júntenlas, lo que llevará a los hombros hacia atrás. Ahora suelten las manos dejando los hombros allá atrás)

Bueno, en esta posición básica, haces por ejemplo un Omi, y ves en el espejo una imagen que no parece la tuya; sino la imagen perfecta de una bailarina que está bailando como debe ser: suave, segurísima de ella, flexible como una brizna de hierba mecida por la brisa, sonriente... en fin, se me ocurren muchas otras cosas; pero todas apuntan a la belleza y la perfección.

Tener en cuenta 6 cosas es difícil al principio. Yo por ejemplo, cuando Liliana empezaba a enumerar, iba siguiéndole el paso, y flectaba rodillas, contraía vientre; pero al llegar al sexto paso ya había relajado todo lo anterior. Y luego hacer el famoso Omi... Claro, mientras empezaras todo de nuevo... Y luego, cuando por fin lograba concentrar todas mis energías en lo anterior, ya al quinto omi sentía mi cara roja y la zona de la pelvis echando fuego. Pero en cambio, mi imagen en el espejo me recompensaba ampliamente porque me veía taaaaan hermosa.... aaahhh...!!!

Bueno, pero ¿Y qué sacamos con todo esto?

1. Utilizando la fuerza de los músculos para hacer los movimientos, por ejemplo, las bajadas o subidas de cadera, se logra mayor definición en el paso, sin que parezca que estás aplicando la fuerza de todo tu cuerpo en eso. Sólo se ven tus caderas subiendo o bajando, mientras que el resto (torso, hombros, cabeza y brazos) parecen flotar inmóviles en el aire. Y esto de subir o bajar lo puedes hacer en un tiempo o en dos o en 3, y siempre se ve hermoso. 

2. Lo anterior remite al Aislamiento, que es uno de los principios de la Danza Oriental, es decir, que mientras una parte de tu cuerpo (por ejemplo, el torso) permanece relajado e inmóvil; otra parte (por ejemplo, las caderas y piernas) trabajan activamente. Y la bailarina sonriendo como si no le costara nada

3. Los movimientos se ven pequeños, sobrios, delicados; PERO CON MUCHA FUERZA . ¿No es así como Randa Kamel, Dina y otras hacen esos shimmies que tanto nos enloquecen? ¿Ah?

4. A poco andar en la aplicación de este sistema se nota un mejoramiento en la calidad de tus músculos, que hacen exactamente lo que tú les mandas, y no lo que se les frunce a ellos, los muy frescos y flojos. Naturalmente, mejora también el aspecto estético, cómo podría no ser así. Claro que si como demasiado pan, chocolates, pastas y demases, el efecto de este sistema de trabajo se desvanece o se anula, cualquiera de las dos opciones está bien.

    

Aziza, una de mis rotundas favoritas por siempre 



 Escribí este artículo en el lejano 20 de octubre de 2008. Hoy, en 2015, puedo decir que me muevo bastante mejor, y que puedo hacer esas 6 cosas perfectamente. Podría agregar algunas cosas que facilitarán el trabajo y la imagen en el espejo, en la calle, sentada en la silla del escritorio, etc.,  y por supuesto en la danza:


1. Cuando estés de pie, imagina que en el centro de tu pecho hay un hilo del cual te tiran hacia arriba. Si te concentras podrás levantar el pecho elegantemente mientras tus hombros se van hacia atrás. El resto es muro regocijo de ti misma

2. Utilizando un tema de ritmo lento o por ejemplo, cuando vas en el bus viajando y mirando el paisaje, prueba a respirar lentamente. Cuando inhales, relaja la musculatura del estómago; pero cuando exhales, contráela lo más que puedas. Si no sabes exactamente qué parte de toda la musculatura, contrae el ombligo, para empezar

3.   Cuando estés de pie, trata de acordarte (hasta que sea un hábito) de echar el peso de tu cuerpo en los talones

4. Acostúmbrate a caminar mirando al frente. Deja de mirar al suelo

Y, a pesar de que te cueste mantener los músculos contraídos mientras bailas, haz lo que aconseja Aziza en el video: 

          ¿Así que quieres ser una bellydancer?
          Cada ejercicio o paso debe hacerse tranquilamente.
          Haz un paso a la vez.
          Siéntete libre para combinar y agregar otros pasos, en cualquier momento.
          Tu interpretación personal es el ingrediente mágico.
          Relájate. Diviértete. Y recuerda: el ingrediente mágico